Las circunstancias a cada uno de nosotros nos son irremediables, caminamos hacia un fin común que no podemos evitar sin saber que camino elegir, la dirección, ni el sentido. Andamos perdidos hacia el precipicio de la disconformidad, del pasotismo, de la buena fe, del buen querer o de la mala vida.
Me pierdo en mi interior. No es cuestión de complejidad ni de simpleza, es algo más abstracto, difícil de describir, de sentir y sobreponerse. Los caos internos, interminables luchas que se alzan contra uno mismo. La estabilidad nunca fue un fuerte del interior pero siempre fue mejor pensar que nadie puede dañarte a saber que eres la pluma que mueve el viento.
Hacía mucho que no nos veíamos. Sé que no sabes cuánto, yo tampoco, no te preocupes, es normal, ninguno de los dos nos aguantamos, siempre vivimos cuando el otro no está. Es raro acostumbrase, lo sé, pero tienes que saber algo porque algún día yo moriré y no formaré más parte de ti. No sabrás notarlo, y no creo que te des cuenta pero puede que algún día tengas que recordarme junto a alguien, puede que le ames profundamente o te lamentes por no saber hacerlo, o nunca lo necesites.
Quien le iba a decir a la pequeña alma joven y rebelde que un día todo aquello que se desarrollaba dentro de él le iba a colmar con la más absoluta calma, con el más profundo sosiego, nadie. No se lo esperaba y esa fue la última estocada que faltaba por darle.
Las mareas incesantes que van y vienen se convierten en dunas de tierra que ya solo se erosionan con los años. El pequeño marinero de aguas turbulentas ya solo sabe esperar las tormentas secas del desierto. El sol ya no le produce quemaduras, ha dejado de tenerle miedo a la calle y la noche ha dejado de ser la señora que amamantaba todos sus delirios. No sabía que era tan sencillo aquello de cambiar, aunque jamás se planteó un camino adverso, se había acostumbrado a sufrir, a tener heridas. Tal vez por eso su piel ya aguantaba lo que le echasen.
Pobre marinero perdido en el desierto. Grita continuamente en cada cueva que encuentra pero solo consigue escuchar el leve pasado que rebota en la pared. Ya no encuentra las respuestas que antes le ahogaba, será que tampoco sabe buscarlas, será que ya ha aprendido a vivir, será que ya no sabe ahogarse en si mismo, será que ya no sabe dejarse ahogar.
Pobre marinero que ha perdido su mar, pobre marinero que ya no alza la vista al cielo para buscar su lugar.
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